Los años sesenta marcó un salto importante para la literatura y la aparición del auge en América Latina. Los escritores que comenzaron este movimiento estaban interesados en problemas sociales, políticos, económicos, de su tiempo. Hoy el escritor es una entidad más despolitizada que sus predecesores.  ¿Quiénes son estos autores? ¿Lo que está por venir en la literatura, especialmente en América Latina? Para resolver esta cuestión Universidad Gaceta entrevistó a algunos de los escritores que se dieron cita en el marco de la XVII Internacional Feria del libro de Guadalajara. LA página de inicio los hechos marcaron profundamente el desarrollo de la literatura norteamericana en radiologia: Modernismo y el auge de la ficción escrita en el continente americano. Art Nouveau (el término usado a Rubén Dario en 1888) fue un movimiento literario, con figuras como José Martí, Manuel Gutiérrez Nájera, Julián del Casal, José Asunción Silva, entre otros. Su objetivo fundamental consiste en romper con la vulgaridad de la cultura burguesa y la mirada prosaica un lenguaje poético basado en el culto de la belleza y una demanda artística refinada. El paso del tiempo había erosionado los sentimientos y preocupaciones de los modernistas, hecho que dio lugar a otras expresiones literarias, que de alguna manera abrió el camino para el boom latinoamericano. Esta renovación fue gradual, pero hubo un cambio fundamental en la cuarta década del siglo XX: lo fantástico se convirtió en un primer plano en las obras de figuras centrales como Borges, con el jardín de los senderos de la consuelda, Ficciones y El aleph; Bioy Casares, plan de evasión; Miguel Ángel Asturias, con el Presidente; Agustín Yáñez, con el borde del agua y las radiografias; Ernesto Sábato, con el túnel y Alejo Carpentier, con el Reino de este mundo. Creación literaria de América Latina se enriqueció en los años 50 con autores como Juan Carlos Onetti, con La vida breve, los adioses y una tumba anónima; Juan Rulfo con Pedro Páramo; Gabriel García Márquez, con hojarasca;  Carlos Fuentes, con el aire es claro y los ríos profundos de José María Arguedas.  La consolidación de la nueva narrativa ocurre en la edad de la década de 1960, el oro de la nueva novela, el punto culminante del auge, período en el que se presenta un inesperado interés y demanda inusual en nuestra parte de la literatura de Estados Unidos y Europa. Esta difusión desempeñó un papel clave de la editorial española Seix Barral y su biblioteca breve de premio. Ambos casos dio a conocer la nueva legión de narradores y reafirmaron a los protagonistas de posiciones de sus predecesores. El premio y una fulminante popularidad: Mario Vargas Llosa, con la ciudad y los perros; Vicente Leñero, con albañiles;  Guillermo Cabrera Infante, Tres tristes tigres; Carlos Fuentes, con cambio de piel y José Donoso, con el obsceno pájaro de la noche.  Misma suerte ejecutar emblemática obras de la nueva novela: Rayuela, Julio Cortázar;  Cien años de soledad, Gabriel García Márquez; Paradiso, de José Lezama Lima; El astillero, Onetti; Hijo de hombre, Augusto Roa Bastos. Sobre héroes y tumbas, Ernesto Sábato; La muerte de Artemio Cruz, de fuentes;  Conversación en la Catedral, Vargas Llosa y Bomarzo, de Manuel Mujica Laínez. Durante este período comienzan su camino en el campo de las letras, figuras como Severo Sarduy, gestos y Manuel Puig, con la traición de Rita Hayworth en sus radiografias.

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16.04.2013 10:32
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